Después de unos meses de abandonar totalmente la actividad deportiva y centrarme solamente el la quimio y en recuperarme, volví a empezar a incluir poco a poco el deporte en mi vida.

Y todo empezó con las escaleras. Así de sencillo y así de complejo.

El tema es que todas estas teorías tipo "haz durante 30 días algo para incluir un nuevo hábito en tu vida", etc, etc, pues están muy bien, claro que sí.

Pero nunca te cuentan que ese hábito que te ha costado un mes de esfuerzo incluir en tu vida, te lo cargas en unos 30 segundos aproximadamente.

¿No os pasa? Justito lo que tardas en dejarlo para mañana con toda una serie de justificadísimas razones "estoy cansada", "total por un día", "lo he estado haciendo genial 30 días", "hoy no cuenta"...

Total, que yo simplifiqué la técnica y en lugar de contar días, decidí contar escaleras siguiendo el método de alchólicos anónimos.

¿Recordáis lo de mantente sobrio ahora? pues yo igual:

Sube las escaleras AHORA.

1. Empecé subiendo las escaleras del trabajo: 4 pisos

Os confieso que los primeros días me tenía que parar a descansar y coger aire, estaba hecha un piltrafa porque aún andaba con las sesiones de quimio a vueltas, pero a mi a cabezona no me gana nadie.

Así que paraba, respiraba, decía mi mantra motivador ...$*#%&&*@!!!@!! ¡¡esto no puede conmigo!!! y tiraba para arriba.

Simplemente llegar, una vez al día, sin exagerar.

El tema es que unos días después ya no me faltaba el aire, y subía cada vez mejor y más ligera y ahí empezó a funcionar esa parte de mi que solo a veces, muy de vez en cuando, busca retos por entretenimento.

Así que cuando bajaba al café en lugar de coger el ascensor bajaba andando y luego, unos días después, también subía del café por las escaleras y poco a poco dejé de utilizar el ascensor en el trabajo y sólo utilizaba las escaleras.

Ese fue el principio.

2. La segunda fase fue pasear

Y fue un poco en la misma linea: si tengo que ir a por el pan, voy andando en lugar de coger el coche o si tengo que subir al centro o si tengo...

Fijaros que siempre hay un "tengo" por medio: tengo obligatoriamente que hacer algo y ahí aprovecho para caminar.

Lo de "me levanto y camino una hora todos los días" por amor al arte, a mi casi nunca me ha funcionado.

3. La tercera fase fue incluir actividades

El tema es que estas dos cositas de subir escaleras cada día y caminar un poquito más, vi que claramente me estaban funcionando.

Fallé algún día, por supuesto, pero sin preocuparme de justificarlo minuciosamente y sin complejos.

El truco que me seguía funcionando es que al día siguiente volvía con "sube las escaleras ahora" o "ve andando ahora" y listo, todo continuaba adelante.

Así que al cabo de un tiempo (varios meses) me apeteció empezar a incorporar alguna otra actividad en mis rutinas y ahí empecé a investigar que podría hacer.

Busqué por internet rutinas para hacer en casa.

Empecé con algo de aerobic, pero en el salón de casa es un poco peligroso ponerse a dar botes y hacer coreografías, así que esta etapa me duró muy poco.

Entonces encontré varias cositas que sí me convencieron:

1. El DDP Yoga de Diamond Dallas.

El tipo me encantó: me gustó su filosofía, su buen humor y su "no hace falta destrozarte haciendo pesas para estar cachas".

Así que empecé a hacer sus rutinas en casa y la verdad es que me gustó mucho.

2. El Gym Virtual de Patry Jordan.

Me gusta porque puedes elegir rutinas por tiempo, dificultad, parte del cuerpo que quieres entrenar, tipo de entrenamiento, material que tengas en ese momento...

Así que no hay excusas: siempre encuentras alguna rutina que puedes adaptar al ratito que tengas.

3. El BBG de Kayla Itsines.

En 12 semanas, que se pasan en un plis-plas, sacas tu cuerpazo bikini a relucir jajajaja.

No es para tanto, claro. Pero sí que es verdad que entretiene y que es un reto seguir adelante cada semana.

Son rutinas durillas pero de tan solo 20 minutos, así que en realidad resultan muy motivadoras. Si queréis más información Anita lo explica genial en su blog.

Todas ellas las he ido haciendo en un momento u otro en los últimos años, todas me han gustado y con todas notas los resultados si eres constante.

Ahí está la clave.

Yo como me aburro enseguida de todo, las voy intercalando y a la vez sigo buscando nuevas rutinas y actividades que incluir en mi día a día.

4. Cuarta fase: empezar a hacer actividades fuera de casa

1. Recuperamos las excursiones domingueras en primavera y otoño.

Los fines de semana que hace bueno, mi chico, algunos amigos y yo nos vamos a caminar por el monte. Hacemos rutas sencillas que nos entretienen.

2. Empezar a bailar ¡de nuevo!

Me encanta bailar de siempre y hace unos meses me apunté por primera vez a un cursillo de swing. Y creedme: ha sido la mejor decisión de los últimos años.

Me lo paso genial y la verdad que cada vez ocupa más espacio de mi tiempo libre: nos buscamos cualquier excusa para ir a clases, encuentros y bailes sociales y nos lo pasamos en grande.

Así que busca una actividad que siempre te haya gustado, que te motive y si estás cerca de esta cuarta fase... ¡lánzate!