El Arcabuz y los Doce Apóstoles de los Tercios Españoles
l Arcabuz fue un arma de fuego que decidió el transcurso de muchas de las guerras acaecidas desde el siglo XVI. Su disparo de plomo tenía un alcance de unos 50 metros, pero su empleo más habitual era en distancias cortas debido a su ineficacia para las distancias largas.
El Arcabuz, mosquetero y arcabucero
Su papel dentro de los Tercios Españoles quedaba relegado a los llamados arcabuceros, de los que fueron conocidos por su fama los de Carlos V, los cuales pusieron fin a la hegemonía indiscutible de los piqueros suizos y a la caballería francesa que tan excelentes resultados habían conseguido en batallas anteriores como modelos dominantes en Europa respecto de la guerra.
El Arcabuz, equipamiento de arcabucero y mosquetero
Muchas de las victorias se decidieron gracias a los arcabuceros, y se adaptaron perfectamente a las tropas españolas porque era un arma idónea para hombres de baja estatura, inquietos y veloces, características presentes en los españoles. El arcabuz se utilizó, sobre todo, en emboscadas, ataques por sorpresa, destacamentos o frentes relativamente abiertos. Se sabía en época de los Tercios, que los españoles eran los mejores arcabuceros de toda Europa.
El Arcabuz
Carlos V, refiriéndose a los arcabuceros en señal de agradecimiento, dijo:
“La suma de sus guerras era puesta en las mechas encendidas de sus arcabuceros españoles y que en lo más arduo de sus dificultades y combates, aunque sólo se viese rodeado de cuatro o cinco mil se consideraba por completo invencible, y arriesgaba, únicamente sobre el valor de ellos, su persona y su imperio y todos sus bienes"
Los Doce Apóstoles
Al contrario de lo que se pueda pensar, y a pesar del corte religioso que impregnaba a los miembros de los Tercios Españoles, “los Doce Apóstoles" era la denominación popular que otorgaban a las cargas de sus arcabuces que llevaban colgados en la bandolera.
El disparo se preparaba con el vertido de pólvora a través del cañón del arcabuz. Al principio esta medición era un poco arbitraria, y el arma era cargada a través de un cuerno que contenía la pólvora. Se trataba de un método lento y poco preciso, porque la carga variaba según creía el sujeto que la realizaba. Debido a los problemas que conllevaba la medición arbitraria, como era la insuficiente cantidad de pólvora o su exceso, y los problemas asociados como atascamientos en los disparos o explosiones accidentales, se comenzaron a usar pequeños tubos con la cantidad de pólvora adecuada para realizar un disparo.
De esta manera las cargas fueron mucho más rápidas y seguras. Para el duque de Alba el arcabuz era inútil a menos de dos picas de distancia, debido a su lentitud de recarga. A estos tubos se les conocieron como los Doce Apóstoles, debido a su número. Con su llegada se redujo el tiempo de recarga, y llegó a ser más útil de lo que el duque de Alba creyó.
Autor: Augusto Alejandro Peña Díaz para revistadehistoria.es