Atalanta, la leyenda de la invencible cazadora griega.

La historia de Atalanta, la invencible cazadora griega que acabó convertida en leona, sirvió a los griegos para ilustrar el modelo de mujer salvaje y para aleccionar a las jóvenes casaderas. Se trata de un mito que ha llegado a nuestros dÃas gracias no sólo a la mitologÃa sino también a diferentes piezas de arte.
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La historia de Atalanta
El rey Iasos deseaba tener hijos varones y por ello, ante el nacimiento de una niña, decidió abandonarla en el monte Partenio, situado en la región griega de la Arcadia. Allà la encontró una osa, que cuidó de ella y la amamantó hasta que fue recogida por unos cazadores que le pusieron por nombre Atalanta.
Criada por esos cazadores, creció hasta convertirse en una mujer de increÃble belleza, además de una excelente cazadora y la mejor luchadora de toda Grecia, hasta el punto de vencer al héroe Peleo en unos juegos fúnebres. Además, Atalanta habÃa decidido consagrarse a la diosa cazadora Artemisa, con lo que debÃa mantenerse virgen.
Por ello, para preservar su integridad de doncella, mató a flechazos a Hileo y Reco, dos centauros que intentaron violarla.
Dada su valentÃa y su fama como cazadora, Atalanta fue la única mujer en participar en la cacerÃa del temible jabalà de Calidón junto a una docena de héroes griegos como Jasón, Telemón y Teseo. Quien matase a la bestia recibirÃa su cabeza y su piel.
Algunos de los hombres rechazaron formar parte de la cacerÃa por la presencia de Atalanta, ya que en la mentalidad griega aquélla no era una actividad propia de mujeres. La partida estaba organizada por Meleagro, soberano de Calidón y quien estaba enamorado de ella. La lucha contra el jabalà fue encarnizada, y aunque fue Meleagro quien acabó con la vida del animal, Atalanta tuvo un papel principal, ya que fue la primera en herirlo.
Por ello, el soberano de Calidón decidió darle a ella el trofeo. Ciertos miembros de la corte protestaron por la decisión real -una mujer no merecÃa semejante premio- y Meleagro defendió a Atalanta, dando inicio a una lucha en la que pereció el propio rey.
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Pronto se extendieron las hazañas de Atalanta, y sus padres biológicos la llamaron a su presencia. Iasos estaba orgulloso de su hija, que habÃa demostrado un valor equiparable al de un hombre, pero quedaba algo por hacer: casar a Atalanta. Surgió un problema, ya que, como ya sabemos, Atalanta habÃa confiado a la diosa Artemisa su virginidad.
Por ello, consciente de sus aptitudes fÃsicas, ideó una estrategia: retarÃa a una carrera individual en campo abierto a cada uno de los pretendientes; si ella perdÃa, se casarÃa con el vencedor, pero si ganaba, éste serÃa ejecutado. Llamados por la belleza y las cualidades de Atalanta, fueron muchos los hombres que se presentaron dispuestos a enfrentarse a la carrera. Ninguno fue capaz de vencerla, hasta que le llegó el turno a Hipómenes.
Hipómenes sabÃa que era incapaz de vencer a Atalanta en una carrera, por lo que recurrió a la diosa Afrodita. Ésta le proporcionó tres manzanas de oro: debÃa ir dejándolas caer cada vez que Atalanta le alcanzase en la carrera para que la joven, hechizada por la belleza de las frutas, se agachase a recogerlas y asà pudiera recuperar su ventaja. Gracias al truco, Hipómenes venció a Atalanta y ésta, tal y como habÃa prometido, se casó con él.
Fue un matrimonio tremendamente feliz, que pasaba su dÃas cazando en el bosque. Pero un dÃa, cometieron la imprudencia de mantener relaciones en un recinto sagrado perteneciente a Cibeles. La diosa enfureció y decidió castigar a la pareja convirtiéndolos en un par de leones hasta el fin de los tiempos.
El mito y las jóvenes griegas
El mito de Atalanta se hizo tremendamente popular en Grecia. Representaciones de la cazadora y de sus hazañas se plasmaron el vasos, esculturas, relieves, ungüentarios y todo tipo de objetos. Uno de los más famosos es el vaso François, donde Atalanta aparece acompañada de Meleagro y Peleo entre otros héroes.
Pero la historia de la cazadora amamantada por una osa no se quedó en una simple leyenda sino que, como ocurre con todos los mitos de la Antigüedad, fue empleada como ejemplo a seguir. En este caso, sirvió para dos propósitos principales, los cuales ilustran a los historiadores de la actualidad sobre el estado de las relaciones de género en el mundo antiguo.
El primero de ellos fue el de ilustrar el arquetipo griego de mujer salvaje e indomable. Éste modelo distaba mucho de la idea de cómo debÃa ser la perfecta mujer griega, obediente a su marido y recluida en el hogar, pero no por ello perdÃa el atractivo. Por otro lado, estas mujeres extraordinarias eran caracterizadas mediante rasgos masculinos y solÃan ser extranjeras, en un intento de contraponer la civilización griega con la barbarie del resto de los pueblos.
El segundo de los propósitos era el de instruir a las jóvenes griegas en edad de casarse. En la Grecia antigua, se atribuÃa a las mujeres adolescentes un carácter salvaje, comparable al de Atalanta. Se trataba de una forma de ser que debÃa dar paso, una vez contraÃdo matrimonio, a un temperamento afable y sumiso.
AsÃ, el mito de Atalanta servÃa para enseñar a las muchachas griegas que si no llevaban a cabo el paso de ese estado indómito al de la placidez del matrimonio, podÃa ocurrirles algo semejante a lo que le pasó a la legendaria cazadora y podÃan acabar siendo castigadas por los dioses.
Atalanta después de Grecia
El mito de Atalanta traspasó las fronteras del mundo griego, llegando a nuestros dÃas no sólo mediante las obras literarias de los antiguos, sino también gracias al arte.
Estatua de Atalanta por Pierre Lepautre
Representaciones de la cazadora las encontramos en cuadros como Atalanta e Hipómenes de Guido Reni (s. XVII) y una escultura realizada por Pierre Lepautre (s. XVIII). Finalmente, Atalanta es uno de los personajes principales de la reciente pelÃcula de Brett Ratner Hercúles: Las guerras tracias (2014).
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