Juana de Arco, la doncella de Orleáns

Muchos historiadores y escritores han simbolizado la figura de Juana de Arco como el álter ego del nacionalismo francés, de la libertad o del feminismo. Para entender quien fue Juana de Arco nos hemos de trasladar a sus orígenes.

Jeanette – su nombre de pila - nació en Domrémy, en la aldea de Lorena el 6 de enero de 1412. Se trataba de una joven no muy diferente a lo que podríamos encontrar en aquella época. Se encargaba de tareas como la de hilar, coser, arar el campo o cuidar del rebaño familiar. Por tradición, según dictaba la sociedad, oraba e iba con gusto a la iglesia.

Juana de Arco Juana de Arco

Su origen era humilde. Aparentemente era como las demás niñas francesas de la Baja Edad Media, que vivían tiempos convulsos. Francia tenía a sus nobles divididos en facciones, tenía inseguras regencias y una considerable porción de territorio francés pertenecía a los dominios ingleses.

A pesar de los devenires de los franceses, se respiraba la alegría en la joven Jeanette, que en palabras de su padrino Jean Moreau:

«Jeannette iba a menudo y con gusto a la iglesia y a la ermita de Notre-Dame de Bermont, en Domrémy, a veces incluso cuando sus padres creían que estaba arando»

Allí parecía encontrar la paz y la tranquilidad que tanto le caracterizaban. Juana se confesaba todos los días. Su compromiso con la iglesia y con Dios llegaba al punto del fanatismo.

Juana de Arco: el Sitio de Orleáns Juana de Arco: el Sitio de Orleáns

En octubre de 1428, los ingleses comenzaron el sitio de Orleáns. Los franceses se declararon moralmente derrotados a menos que ocurriese un milagro. La autoestima de Francia estaba condenada al fracaso, pues los ingleses tenían aliados en toda Francia como era el caso del duque de Normandía o el de Borgoña.

Además, contaban con apoyos eclesiásticos y con los canonistas e intelectuales, que formulan teorías propagandísticas a favor de Enrique V de Lancaster, rey de Inglaterra.

Juana de Arco, la enviada de Dios

Juana, la chica analfabeta de campo, se presentó ante el frágil Carlos, delfín de Francia. Dijo ser la enviada de Dios, y en su nombre le pidió dirigir la defensa de Orleáns para su liberación. Además, le aseguró que en nombre de Dios sería consagrado y coronado en la ciudad de Reims.

Algunos de los eruditos de la corte se mostraron escépticos, y el dominico Guillermo Aimeri puntualizó que no eran necesarias las armas si Dios quería ver a Francia liberada de los ingleses. Juana de Arco le contestó:

«Hay que presentar batalla para que Dios conceda la victoria»

Pero el joven delfín de Francia, ante las resplandecientes palabras de Juana, cedió a su petición junto a las conclusiones de los jueces de Poitiers que la sometieron examen para valorar su autenticidad. La decisión, probablemente, se debió a la convicción que mostraba la joven, al ansía de Carlos por ser coronado rey y, sobre todo, para derrotar a los ingleses que, sin duda alguna, habían desmoralizado por completo a Francia.

Juana de Arco, la liberación de Orléans

Finalmente, en mayo de 1429, el delfín acepta la petición de Juana, que se pone al mando de las tropas francesas vestida con atuendos de hombre. Previamente fue enseñada para el combate con armas y la estrategia. En ocho días tuvo lugar el “milagro" y Orléans fue liberada de los ingleses.

Juana de Arco en el Sitio de Orleáns Juana de Arco liberando Orleáns

Con la victoria, Carlos fue coronado rey en la ciudad de Reims. Sin embargo, Juana no quería rubricas de ningún tipo. Ella dijo que era obra divina, que era a Dios a quien debían de presentar sus oraciones de agradecimiento.

Juana de Arco, voces y visiones

Antes de morir declaró que la primera voz le dio miedo, y que la escuchó a la edad de trece años en el jardín de su padre un día cualquiera de verano. Dijo que iba acompañada de una luz y que hablaba en nombre de Dios para guiar su vida. Además, en varios testimonios decía que se habían presentado ante ellas santos como el arcángel san Miguel o santa Margarita de Antioquía. Juana fue virgen, y se convertiría en mártir y santa, como las figuras de sus visiones. Pasaron varios siglos para que Juana fuese beatificada y canonizada finalmente en el año 1920.

Juana de Arco Juana de Arco

Sin embargo, Juana de Arco se muestra discordante en algunos testimonios recogidos durante algunas de las etapas de su vida. Un ejemplo lo encontramos cuando Catalina de la Rochelle, visionaria y profeta, le habla respecto a temas místicos. Juana la invita a que vuelva a su casa con su marido y a dar de comer a sus hijos, a modo de burla. Otro testimonio asegura que algunas damas le llevaron la corona del Rosario, a lo que Juana responde entre risas:

«Tocadlas vosotras, que será lo mismo».

Para Brierre de Boismont, las voces y visiones se explican bajo un cuadro de alucinaciones fisiológicas. Para el psiquiatra alemán, Karl Kleist, era una de esas personalidades especiales que tendían a la alucinación. En cualquier caso, el origen de las voces sigue siendo todo un misterio para los científicos y los historiadores.

Juana de Arco, la traición de Francia

A la edad de dieciocho años, Juana fue arrestada a manos de los borgoñones, que ofrecieron a ambos bandos precio por su cabeza. Los ingleses pagaron la cantidad acordada y les fue entregada.

La muerte de Juana de Arco La muerte de Juana de Arco

Al parecer, Carlos VII, temía por la popularidad de Juana y quería que cayese en manos inglesas para quitársela del medio. Finalmente fue vilmente torturada y acusada de herejía por ponerse ropas propias de un hombre. En 1431 fue quemada viva.

Autor: Augusto Alejandro Peña Díaz para revistadehistoria.es

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